Más de 150 mujeres han pasado ya por la Comunidad Terapéutica Charo Cordero para superar sus conductas adictivas

La Diputación de Cáceres apoya desde su nacimiento, en 2021, este centro gestionado por Cruz Roja, y afianza su compromiso destacando el programa con perspectiva de género que desarrolla y que, en este tiempo, se ha demostrado “absolutamente necesario”.

Una joven llega con un bebé de apenas unas semanas en brazos y son muchas las mujeres que se acercan a hacerles, tanto a la madre como al bebé, alguna caricia, algún mimo. “Todas sentimos que es algo nuestro. Ha nacido aquí”. La que pronuncia estas palabras es una de las usuarias, como también lo es la madre del bebé, de la “Comunidad Terapéutica Charo Cordero para la Atención integral a mujeres con problemas de conductas adictivas con o sin hijos o hijas”, un centro que está ubicado en la Finca Capote, en Plasencia, que está gestionado por Cruz Roja y con el que, desde el principio, la Diputación de Cáceres quiso comprometerse, “porque creímos en el trabajo que iban a hacer y el tiempo nos va dando la razón”. Así lo ha manifestado la diputada de Políticas Sociales de la Diputación de Cáceres, Sheila Martín, que, junto a la diputada de Igualdad, Antonia Molina, ha visitado recientemente el centro.

Acompañadas de la directora del centro, Lidia Regidor, y del coordinador de Cruz Roja Extremadura, José Aurelio González, además de personal que trabaja en este proyecto en las área de Psicología o de Integración social, las diputadas han podido acercarse a conocer detalles de la marcha de esta comunidad que, desde que se centró en el programa destinado, exclusivamente, a la atención de mujeres, ha atendido ya a 150 usuarias, de muy distintos perfiles, que han llegado con problemas de adicción y, “la mayoría, prácticamente el cien por cien, con problemas de violencia, ya sea violencia de género, violencia familiar, violaciones, abusos sexuales en la infancia… momentos traumáticos que se unen a una conducta adictiva”. Así lo explica la directora Lidia Regidor, quien detalla que la adicción “puede ser a las sustancias más conocidas como el alcohol, la heroína, la cocaína… pero también, y cada vez más, a las benzodiacepinas, que son fármacos que receta, incluso, el médico de familia”.

Regidor incide en la importancia de un centro y un programa como este, “único en sus características en la región”, ya que se enfoca “a la perspectiva de género, independencia, autonomía, empoderamiento de la mujer”, a establecer una relación empática y abordar temas como la sexualidad, la maternidad, la imagen corporal o los malos tratos, que están detrás de muchas conductas adictivas. Así, se ha comprobado, tal como indican desde Cruz Roja, que “el índice de mujeres que solicita tratamiento es mayor al ser un centro solo de mujeres, y cuando la mujer presenta secuelas o antecedentes de violencia de género o la tríada depresión, sentimiento de soledad e ínfima autoestima, la presencia de mujeres facilita la consecución de objetivos”.

A esto se suma la posibilidad de ingresar en el centro con sus hijos o hijas y poder ir desarrollando una vida normal, “porque ayudamos a coger rutinas, no a tenerlas encerradas en una burbuja, porque esa no será la vida que se encuentren cuando salgan de aquí”, apunta Regidor.

Por su parte, la diputada de Igualdad recuerda que, desde 2021 la Diputación de Cáceres colabora en este proyecto, “en un primer momento apoyando financieramente la reforma del centro, adaptándolo a las necesidades, y seguiremos, ahora con otras obras, como la de la cocina, y con lo que sea necesario porque creemos en lo que están haciendo, esto es mucho más que un centro que atiende a mujeres con problemas de adicción, esto es un centro de segundas oportunidades, un centro que ayuda a las mujeres a tener un proyecto de vida”, por lo que, insiste Antonia Molina, “nuestro compromiso es firme y se mantendrá en el tiempo”.

En este sentido, la directora ha agradecido este apoyo, “porque es importantísima la financiación y la ayuda que nos presta la diputación, es muy importante para poder llevar a cabo el proyecto de manera completa e integral, que la mujer que llegue aquí pueda pasar por las distintas fases del programa y que esté atendida por profesionales con formación exclusiva para dedicarse a esto, y sin apoyos como el de la diputación no podríamos llevarlo a cabo”.

Actualmente, son diez profesionales los que trabajan en el centro, entre monitores y monitoras, psicóloga, trabajadora social, directora y personal de mantenimiento, y son 12 plazas destinadas a usuarias y seis para sus hijos o hijas, en el caso de que acudan con ellos. Estas personas llegan al centro por distintas vías, que puede ser derivadas por los médicos de Atención Primaria, por equipos de conducta adictiva, por hospitales, por casas de la mujer, por centros penitenciarios o por, incluso, las mancomunidades.

En principio el programa contempla una estancia de 9 meses máximo, pero, tal como explica la directora, la media que se viene dando es de cinco meses, que es cuando la mujer se encuentra preparada para retornar e integrarse socialmente.

A lo largo de este tiempo, las usuarias pasan por distintas fases, talleres y actividades, ayudando a mejorar su autoestima, a poner límites en sus relaciones interpersonales o mostrar alternativas de ocio saludables, imprescindibles para su rehabilitación e integración en la sociedad.

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